martes, 17 de noviembre de 2009
Espejos de la memoria
Reunión en la quinta Miralejos de San Miguel,
donde vivió el intendente Ventura Coll (1893).
Desfile de los alumnos del Colegio San José
en Victoria, San Fernando (1940).
Carrera de automóviles en la avenida Zeballos
de Morón.
Inundación en la plaza de Grand Bourg.
Miguel Pizzio cruza la Avenida Grand Bourg
en una canoa.
sábado, 14 de noviembre de 2009
Litto Nebbia
(Entrevista publicada en Círculo de la Historia número 128, mayo de 2007).
¿En qué lugar de Rosario naciste?
Litto Nebbia (Félix Francisco Nebbia) 21 de julio de 1948, 6 de la mañana en la maternidad Marti (creo…).
¿Cómo te iniciaste en la música?
Soy hijo único de padres músicos. Mi madre Martha integró la primer Orquesta de Tango de Mujeres en Rosario, año 1945. Orquesta Típica de Señoritas Los Colonos. Mi padre fue el primer cantor melódico del país y estrenó muchos de estos boleros mexicanos que ahora son clásicos en la voz de Luis Miguel. Muchos de estos compositores venían de gira a Rosario y algunos eran amigos de mis viejos. Por ejemplo Agustín Lara, que me tenía en brazos, Alfonso Ortiz Tirado, José Mojica y así... Así es que de pequeño tenía gran oído y condiciones para la música.
A los 4 años entonaba el tema central de algunas bandas sonoras de Dimitri Tiomkin. A los 12 o 13 años comencé con la guitarra a intentar componer canciones, luego empecé a tocar bajo eléctrico y luego el piano…
¿Cómo fue tu llegada de Rosario a Buenos Aires? ¿Cómo la viviste? ¿Recordás tus primeros días en la ciudad?
Llegué a mis 16 años y era como si hubiera arribado a New York. Esa era la sensación de venir del interior a la Capital para ese tiempo. Todo se sentía como inabordable. Nunca pensamos que tiempo después todo el mundo copiaría no solo la música, nuestra facha, ropa y hasta los pensamientos, de alguna manera. Fue un notable cambio generacional.
¿Recordás cuál fue tu primera canción?
Hubo unas cuantas primeras de mis 11 años. En la película DVD de Los Gatos Salvajes Reunión 2005, cuento un poco eso... Una se llamaba La diosa del amor otra Adiós mi amor y otra ¿Por qué mi amor? La tenía con el amor. Pero para mi no eran canciones de amor. Eran de protesta (risas).
¿Qué músicos y bandas escuchabas en los años sesenta?
Lo mejor del rock inglés. Además de los Beatles y Stones, el Merseybeat en puro. The Kinks, Manfred Mann, The Animals, The Hollies, The Who, The Zombies y así... Pero también Piazzolla, Gerry Mulligan (banda sonora de La que no quería morir con Susan Hayward), Chico Hamilton (banda sonora de Sweet smells of success con Burt Lancaster y Tony Curtis) y por supuesto Miles Davis, John Coltrane, Ray Charles, Dave Brubeck, Take five y todo eso.
El tango ni lo menciono porque vivía en la ciudad por esa época. Mi viejo llegó a cantar con la Orquesta de Miguel Caló...
¿Qué hitos o momentos marcarías en la historia del rock nacional?
Pensaría el momento en que Dios nos eligió como destino, para que fuéramos el primer grupo que se le ocurrió escribir sus cancioncitas en idioma propio. En muchos países hispanoparlantes argumentan ser los primeros... Entendámonos. Estamos hablando de crear una canción en castellano que tenga una tonada con ropaje de tu idiosincrasia. Y eso fue Los Gatos Salvajes en Rosario en 1964 y su disco grabado y publicado en 1965, hoy por suerte publicado también en Europa y en Estados Unidos. Para coleccionistas.
Sabemos que te gusta mucho el cine. ¿Qué influencia ha tenido sobre tu música?
La influencia del cine en mi música, es en realidad para con mi vida en general. Para mi la vida es como un film, sólo hay que saber hacer un buen montaje de los sucesos. A todos nos pasan de alguna manera a través de la vida las mismas cosas.
Pero hay vidas y vidas. Porque hay films y films. También hay que saber sonorizar la vida. Y es muy importante el comienzo. Y saber llegar a un buen final. Toda una película, ¿no?
Si querés oír la anécdota divertida de todo esto: cuando tenía 7 u 8 años jugaba como cualquier niño a los «cowboys» con otros chicos. A veces cuando algún indio me «mataba»….yo iba cayendo, y mientras tarareaba la música dramática del film… cuando el vaquero está muriendo y se escucha «chan… chan… nachan… achannn…».
¿Cuándo y por qué surge en vos la idea de crear Melopea?
Tuve un reflejo intuitivo, creer que el futuro del arte va a existir en la medida que los artistas participen de la producción… ¿independiente se le llama? OK. Muchos quisieron entender que independiente es alguien que es un ogro y no quiere estar con nadie y quiere destruir a las multinacionales… otros creyeron que te transformaste en empresario, otros te ven como a un mecenas. Otros más malitos, dijeron que yo era un «vivo» que me quería quedar con todo el arte de este país: todos esos que pensaron o dijeron esas barbaridades, son justamente la gente que ha destrozado el arte en esta tierra. Uno sencillamente tiene una compañía independiente, porque el arte necesita independencia, libertad... Si estas pautas pudieran existir en forma natural, compartidas con la gente del business, en buena hora.
¿Cómo definirías a Melopea?
Es un espacio dedicado a rescatar lo que consideramos aportes valiosos musicales, que pensamos deben quedar registrados para la historia. El catálogo está totalmente mezclado con mi discografía personal y todo lo que se me ocurra donde pueda sentirme bien musicalmente. Hay músicos que de no existir Melopea no hubieran grabado ni en su propia reencarnación. La creación del sello tiene el humilde objetivo de que otro se atreva a realizarlo.
Desde Melopea comprobamos en los últimos casi 20 años, que un disco puede tener impresa sus letras y toda la ficha técnica y nadie pierde dinero por eso. También que publicar a alguien que hace música «rara», no nos lleva a la ruina económica. Que el tango se busca y se vende en las tiendas de disco, que el nuevo flamenco tiene su espacio y es fuerte...
¿Qué opinás del rock en la actualidad?
El rock se ha transformado en otra música de consumo fácil, ansiosa de meter el hit inmediatamente en el mercado y toda esa mierda... Así no era. Ni lo nuestro del inicio, ni lo de afuera...
La mejor música ya se escribió. Solo hay que recordarla, respetarla y partir desde ahí hacia el futuro. Por supuesto que hay muy buena música por todo el mundo, pero no la encontrarás en los grandes medios.
¿Qué tipo de música escuchás más? ¿Por qué?
Sigo escuchando mucho a los que escuché por primera vez a mis 20 años: Brian Wilson, Laura Nyro, Burt Bacharach, Traffic, Joao Gilberto, Piazzolla, Jobim, Milton Nascimento, Ray Charles, Nina Simone, Miles Davis y John Coltrane... pero esto es solo un infinitésima parte de los que escucho y conozco.
También escucho todo lo nuevo. Lógicamente lo nuevo interesante. Lo que suena original. Y en ese sentido soy muy amplio. Escucho música de todo el mundo: jazz, Brasil, flamenco, blues, tango de todas las épocas. Y world music… del Mar Caspio, de Kazajstán, la República de Moldavia.
¿A que creés que se debe la popularidad que alcanzaron muchos de tus temas? ¿Hay algún elemento inherente en ellos a la popularidad? ¿Cómo definirías la popularidad?
Uno tiene la suerte y el destino de escribir cosas que finalmente le pasan a casi todo el mundo en el transcurso de la vida, y hacerlo en menos de 3 minutos que dura un tema. Esta suerte de ángel, te aproxima a una cantidad enorme de gente que no conocés pero sienten que te conocen, la identificación, y ese boomerang es lo más divino que le puede pasar como compositor de canciones a uno. Todos los días de mi vida por cualquier lugar que ando, se me acerca alguien a saludarme y decirme que le pasó tal o cual cosa con una canción mía, siempre claro dentro del aspecto emocional, vivencial.
En mi caso personal, creo que soy conocido por la larga trayectoria que tengo, pero no soy lo que se llama un famoso, soy más que nada prestigioso.
¿Qué recuerdos tenés de Pappo y Oscar Moro?
De Moro tengo el recuerdo tierno de una persona humilde, franca, noble. Íbamos en Rosario al mismo colegio en segundo grado. Un músico excepcional. Intuitivo, con una fuerza increíble, sin perder jamás el carácter grupal de la cosa. Y esto habla de su grandeza.
De Pappo tengo el recuerdo de un gran guitarrista soleador. Excesivamente fanático de la guitarra. Fuimos compañeros de grupo durante poco más de un año cuando lo llamé para integrar Los Gatos de aquella época, 1969.
¿Qué circunstancias, te parece, llevaron a que surgiera el rock en castellano en Argentina antes que en otros lugares?
Creo que todo el mayor antecedente lo encontrás en el tango aquí. ¿Dónde viste una música así? Con divinos arreglos, grandes músicos solistas, buenos letristas, sabios melodistas, excepcionales cantores (y cancionistas), orquestas a pleno, el bandoneón… y encima se baila.
No hay otra música popular tan completa en el mundo. Y podemos discutir esto con quien quieras (en otra oportunidad, claro). Las letras de tango, son la crónica diaria de la lucha del hombre en la adversidad de la gran ciudad. Y el rock argentino, de alguna manera, es su pequeño hijo, que lucha por desarrollarse, por crecer…
¿Cuál te parece ha sido tu aporte principal dentro de ese grupo de creadores de rock en castellano?
No sería objetivo para describirlo y además me incomodaría muchísimo.
En tu carrera como músico has abierto las fronteras del rock hacia otras músicas, como el folklore o el tango ¿Cómo surge en vos esa necesidad de ampliar horizontes?
Es como veo la vida. El universo es uno, la música también. Cambian los lenguajes, los idiomas, los instrumentos, todo debido a la idiosincrasia de cada lugar. Pero las músicas folklóricas de cada lugar son casi idénticas, porque hablan de cuando empezó todo... Los seres humanos también somos idénticos. Nos diferencian las costumbres, la educación, la historia de cada lugar.
Cuando me he arrimado al folklore, jamás lo hice pensando que soy un gaucho. Y con el tango lo mismo. En una palabra, no soy ortodoxo, no soy rígido, mucho menos con el arte, la música... La música es como el alma, como la mujer, la tierra... De allí surge esa necesidad, porque de allí salimos todos.
¿Te gusta la historia? ¿Cómo te parece nos han contado la historia en nuestro país?
La han contado y la siguen contando bajo el concepto de esa lúcida frase de Eva Perón que recoge nuestra canción con Eduardo Mignona: «Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia. Quien quiera oír, que oiga».
¿Nos podrías dar una opinión breve (definición) sobre los siguientes personajes de nuestra historia? Moreno, San Martín, Rivadavia, Rosas, Sarmiento, Yrigoyen, Perón, Eva Perón, Che Guevara, Videla...
Lógicamente tengo una idea un poco más formada de los que han existido dentro de mi generación.
A Evita y Perón, los tengo metidos desde pequeño por transmisión familiar. Mi madre quería mucho a Eva y me contaba todo lo que ella hacía por la gente. Ya cuando adolescente, compruebo políticamente la personalidad de esta pareja, y hasta el día de hoy aparecen como la única gente que se hayan preocupado por este país, desde la dirigencia política.
El Che, lógicamente, es un personaje que marca a nuestra generación por su idealismo, y esto por supuesto va más allá de cualquier clase de partidismo.
Videla es casi actual, en su protagonismo por la caída y locura de este hermoso país.
Del resto... entiendo que San Martín termina como tantos argentinos que tienen un proyecto que los diferencia: el exilio.
Yrigoyen es la imagen de cuando había todavía una raza de políticos con dignidad, estuvieras de acuerdo o no con ellos. Pero luego todo entra en una versión que no terminás de dilucidar nunca. Hace falta un buen revisionismo.
Cuando estuve exiliado en México de 1978 a fines del ’81, entre muchas cosas que aprendí, encontré unos libros de revisión histórica muy buenos que han hecho. Estos libros que son una narración crítica increíble de como sucedió la colonización hecha por los españoles al Imperio Azteca. Nos deja ver que un montón de militares o soldados que en la escuela nos enseñaban como héroes, realmente eran unos asesinos, en nombre de la civilización, claro…
¿Te parece que existe una relación estrecha y particular entre el Gran Buenos Aires y el rock argentino?
La relación estrecha y particular entre los ciudadanos y el rock argentino existe en cualquier lugar sin límite de zona o frontera. Existe por una identificación emocional y también te diría del pensamiento. Rosario ha sido y es un lugar de mucho arte, lleno de músicos. Sin embargo, las canciones que han salido de allí, históricamente forman parte del alma de los argentinos, sean de provincia de Buenos Aires, Salta, o Santiago del Estero.
Esa cosa la tenemos los argentinos. A veces no nos damos cuenta todos, qué tenemos de argentinos... ja ja...
viernes, 6 de noviembre de 2009
Gran Buenos Aires
Por Alejandro Patat
(Publicado en Círculo de la Historia número 128, mayo de 2007).
Antes de que el Gran Buenos Aires se convirtiera en el bastión del peronismo, esta región representó un plato sumamente apetecible para los partidos políticos que se disputaban el poder en la provincia de Buenos Aires. Los conservadores, vía fraude electoral, lograron imponer a sus hombres a lo largo de la década del treinta. Sin embargo, en 1940, la UCR logró importantes y notorios avances.
Hipótesis
Sí. Ya sé que el peronismo no existía en 1940. Sin embargo, las huestes de votantes del Gran Buenos Aires que a partir de 1946 se iban a incorporar al peronismo, ya existían, en buena medida al finalizar la década de 1930. También existía el Gran Buenos Aires.
Justamente, en esta nota intentamos romper con un mito muy difundido: el que nos mantiene en la creencia, por cierto subjetiva, de que al Gran Buenos Aires, lo creó Perón a los fines de beneficiarse electoralmente.
Es cierto que una enorme masa de gente se incorporó al Gran Buenos Aires en las décadas de 1940 y 1950. Pero también debemos afirmar que ya en la década de 1920 y 1930, el Gran Buenos Aires era una realidad palpable y que por otro lado, tenía ya un enorme peso electoral a la hora del sufragio en la provincia. En base a los datos de las elecciones de 1940 en la provincia de Buenos Aires, veremos si esto que afirmamos, es válido o no.
Por otro lado, intentaremos dilucidar, a partir de los datos de que disponemos, acerca de cual fue el partido que mayor masa de votantes obtuvo en las elecciones de 1940 en el Gran Buenos Aires.
¿Qué era el Gran Buenos Aires en 1940?
Generalmente se considera al Gran Buenos Aires como la región de la provincia de Buenos Aires que rodea a la Capital Federal, por lo cual, debemos tener en cuenta, que esta realidad está íntima unida al crecimiento de la ciudad de Buenos Aires, y que su mayor impulso demográfico, justamente, se produce desde fines del siglo XIX, cuando la capital de la República, inicia un franco período de expansión.
En la segunda mitad del siglo XIX, la mayor parte de los recién llegados al Gran Buenos Aires pertenecían al viejo continente, registrándose en partidos como San Fernando, Quilmes o Morón una presencia de italianos y españoles, significativamente preponderante -sobre todo al finalizar el siglo- respecto de la población criolla. Es cierto que la población nativa seguía siendo mayoritaria, pero debemos resaltar que los censos, nos permiten considerar una realidad muy particular: en la mayoría de los distritos del Gran Buenos Aires, a fines del siglo XIX las familias eran casi enteramente de origen extranjero.
A partir de los años veinte, y sobre todo de los treinta, comienzan a llegar al Gran Buenos Aires, migrantes de las provincias del interior del país y de la propia provincia de Buenos Aires, acompañando el acelerado proceso de industrialización que se estaba produciendo en la gran ciudad. De manera que son estas dos corrientes: la de los inmigrantes europeos (más bien sus hijos) y la de los inmigrantes del interior del país, quienes van a conformar las huestes de votantes de los años treinta y cuarenta. Posiblemente, como señalara Gino Germani, estos votantes provinieran de una tradición más bien conservadora, paternalista, y siguiendo a Luis Alberto Romero, de tipo reformista, más que revolucionaria. Esta sería la tradición de los futuros votantes del peronismo: escasa preparación cultural y reciente inserción en las estructuras institucionales de la República.
El peso del Gran Buenos Aires
En primer lugar, debemos aclarar, que hacia fines de los años cuarenta, el Gran Buenos Aires no estaba integrado por los 28 partidos que lo componen actualmente, sino por 16 distritos. Las divisiones posteriores y la última incorporación de Pilar, Rodríguez, Marcos Paz y Ezeiza llevan el total a los actuales 28 distritos. ¿Cuáles eran esos partidos? En la zona norte: Las Conchas (actualmente Tigre), San Fernando, San Isidro y Vicente López; en la zona noroeste: General San Martín y General Sarmiento; en la zona oeste: La Matanza, 6 de Septiembre (fue el nombre que por algunos años se le dio a Morón después de la revolución del 30), Merlo y Moreno; y en la zona Sur: Avellaneda, Lomas de Zamora, Esteban Echeverría, Florencio Varela, Almirante Brown y Quilmes.
En los años treinta, tres eran las fuerzas electorales que se repartían el electorado -recordemos que masculino- de la provincia de Buenos Aires: el Partido Demócrata Nacional (Conservador), la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista. En la elección de 1940 se presentó un cuarto partido: la Unión Cívica Radical de Buenos Aires, que obtuvo escasos votos.
No me interesa cansar a nuestros lectores con un análisis pormenorizado en el que se observe la cantidad de votantes y su distribución en los distritos de la provincia. Solamente me interesa señalar algunos hechos que nos permiten demostrar nuestra hipótesis de que antes de 1940 el Gran Buenos Aires era una realidad palpable y que tenía un lugar preponderante dentro de los partidos de la provincia a la hora de contar los votos.
Para esto, en primer lugar, es necesario destacar los distritos de la provincia que en 1940, tuvieron más de 4000 votantes. Estos fueron Azul, Bahía Blanca, Bragado, Chivilcoy, General Pueyrredón, General San Martín, Las Conchas (Tigre), La Matanza, La Plata, Lomas de Zamora, Mercedes, Necochea, 9 de Julio, Pehuajó, Pergamino, Quilmes, San Fernando, San Isidro, 6 de Septiembre (Morón), Tres Arroyos y Vicente López. Sobre 22 partidos con más de 4000 votantes en toda la provincia, 9 eran del Gran Buenos Aires. Un lugar considerable, si se tiene en cuenta que el Gran Buenos Aires estaba constituido por 16 partidos, mientras que la provincia tenía 108 municipios.
A estos datos, debemos agregar que si en toda la provincia, en 1940 el total de votantes fue de 506.232 ciudadanos, en el Gran Buenos Aires, votaron a los partidos que se presentaron a las elecciones 143.818 sufragantes, lo que representaba un 28,40 % del total de toda la provincia. El resto de los distritos, apenas duplicaban la cantidad de electores del Gran Buenos Aires. De manera que ganar el Gran Buenos Aires debía ser una de las prioridades electorales de todos los partidos que intervenían en la contienda.
En base a estos simples datos, podemos afirmar que el área que rodeaba a la Gran Capital, minúscula en comparación con la superficie de toda la provincia, resultaba, ya entonces, el plato preferido de los partidos políticos a la hora de engullir votos. Avellaneda, por ejemplo, tenía más votantes que la ciudad de La Plata, capital de la provincia. Si en 1938, en la elección previa a la que estamos considerando, en La Plata votaron poco más de 35.000 electores, en Avellaneda lo hicieron más de 42.000. En Avellaneda, como sabemos, por tres décadas, gobernó la comuna (directa o indirectamente) Alberto Barceló, caudillo conservador. De manera que los «peronistas» de Avellaneda, en 1940 votaban por el Partido Demócrata Nacional. (Nota: el uso del fraude en ese distrito se ve claramente en el hecho de que los radicales, en 1938 tuvieron tan sólo 8000 votos, frente a los casi 33.000 de los conservadores, mientras que en 1940, subieron, misteriosamente, a 20.000, frente a los 23.000 del PDN).
Obviamente, el peso electoral del Gran Buenos Aires se debió al crecimiento sostenido de su masa demográfica que podemos observar en el recuadro 1. El mismo, nos permite también verificar la curva de descenso de la cantidad de pobladores de la Capital Federal en relación con el Gran Buenos Aires, que se inicia a partir de 1914. Es de destacar entonces, que el crecimiento urbano de los partidos que rodean a la Capital Federal no se inició en los años cuarenta, sino que ya se perfilaba a finales del siglo XIX y se aceleró después de 1914.
(En torno a esta cuestión podemos agregar una pregunta al margen: la gran preponderancia que por entonces y más adelante ha tenido el Gran Buenos Aires como escenario de las luchas electorales de la provincia de Buenos Aires ¿No es una forma de intromisión de la propia ciudad de Buenos Aires en la política provincial? ¿Acaso el Gran Buenos Aires no es, en varios sentidos, una prolongación -si bien no simple- de la ciudad? ¿Qué hubiera sucedido si como muchas veces se pensó, el Gran Buenos Aires se hubiera incorporado a su lugar natural, esto es a la capital de la república? Seguramente estas preguntas no tienen una respuesta única, justamente esto no quita que nos las hagamos).
¿A qué partidos votaban los peronistas en 1940?
¿Finalmente, a quiénes votaban los peronistas en 1940? Parece que según los datos, a los conservadores cuando se hacía fraude y a los radicales cuando no.
Sin embargo, a partir de los datos de que disponemos, si bien en todo el Gran Buenos Aires, el radicalismo obtuvo el 53,36 % de los votos, frente al 42,43 % de los conservadores, debemos decir que estas cifras no difieren demasiado de los porcentajes de votantes que acompañaron a estos partidos en el resto de la provincia: en toda la provincia, el radicalismo obtuvo el 53,84 % de los votos, y el conservadorismo, el 41,32 %. Similar ecuación mantuvo el socialismo que tanto en el Gran Buenos Aires, como en el resto de la provincia rondó el 3,5 % de los votos.
De manera que los votantes peronistas, en 1940, votaban a todos los partidos que se presentaban, entre la derecha y la izquierda del arco político, lo que se correspondería con la conformación posterior del justicialismo, que aglutinó a radicales, conservadores y laboristas.
Es interesante, no obstante, destacar el gran peso que tenía el partido Conservador (PDN), logrando, en algunos distritos como Avellaneda, imponerse sobre sus adversarios radicales. No debemos obviar la eficacia del fraude, pero si consideramos el acto elecionario como una forma de «producción del voto», no podemos descartar, entonces, que el aparato conservador era mucho más eficaz que el radical. Posteriormente, este aparato productor del voto estaría en manos del peronismo. El fuerte componente conservador del peronismo puede observarse en esta tendencia a des-plegar una actividad apabullante en torno a las elecciones en el Gran Buenos Aires. La ineficacia del radicalismo en la región, mientras tanto, es algo notable, antes y durante el reinado del peronismo. En 1940, el radicalismo, como vimos, no logró superar en el Gran Buenos Aires, el porcentaje de votantes que tuvo en toda la provincia, incluso lo disminuyó levemente.
Si el Gran Buenos Aires constituía el plato más apetecible de votantes, el partido conservador supo defender el territorio con una fuerza altamente satisfactoria, evitando una derrota estrepitosa frente a sus adversarios radicales.